El corrido mexicano
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De Ramón Aguilar

El treinta y uno de mayo
¡qué desgracia sucedió!
Que en el pueblo de Santiago
Ramón Aguilar murió.

El Gobierno acompañado
con la defensa de Ario,
salieron a perseguirlo
al compañero de Eulalio.

El Gobierno les gritaba:
-—¡Viva el Quince Regimiento!
Ramón Aguilar decía:
-—Mi vida es la que yo siento.

Cuando disparó el Gobierno
se oyó la detonación
de la Thomson que escupía
dirigida a don Ramón.

En la casa donde estaban
todos tomando cerveza,
cuando les llegó el Gobierno
los agarró de sorpresa.

Las familias de la casa
no hallaban ni qué pensar:
-—Sin duda es que a mi marido
lo tienen que fusilar.

Luego que lo vieron muerto
se sentaron a llorar:
-—Que nos sirva de escarmiento
pa’ no volver a acuachar.*

Ramón Aguilar decía
cuando estaba combatiendo:
-—Ahora se le llegó el día
al que me anda persiguiendo

Rafael Campos bien sabía
lo que le iba a suceder
y a Patiño le decía:
-—Me dan ganas de correr.

Ramón Aguilar decía:
-—No corran, no sean gallinas,
agarren las carabinas
que los vamos a vencer.

El jefe del Regimiento
a sus soldados decía:
-—Pelearemos noche y día
hasta darles cumplimiento.

Los ricos de Michoacán
Y los curas de Jalisco
Tuvieron siempre a Aguilar
de parque y plata provisto.

El clero y el capital
andan queriendo llorar,
porque ya en Tangamandapio
mataron su general.

Por el pueblo de Chavinda
lo pasaron en camión,
con dos de sus compañeros
que el Gobierno los mató.

Las viejas de los pueblitos
decían que no era Aguilar;
sabían ya que los cristeros
se iban a desanimar.

A Zamora lo llevaron,
al portal de la prisión,
para que fuera mirado
por toda la población.

Todita la burguesía
decía que no era Aguilar,
porque era el que defendía
al clero y al capital.

El cura y el sacristán
rezaban de noche y día,
porque no dejen la creencias
las “Hijitas de María”.

El cristero que se fue
disparando su pistola
sabía que no era la fe
la que lo traiba en la bola.

Los ricos no desmayaban
sosteniendo al bandolero,
para buscarle quiaceres
a los pobres y al Gobierno.

Los ricos en su cabeza
pensaban en Aguilar,
porque era el que defendía
al clero y al capital.

Ya con ésta me despido,
ya no quiero platicar,
ya les canté a mis amigos
el corrido de Aguilar.

*Solapar