El corrido mexicano
Encoded text and music for analysis, display, and playback

Del cuartelazo felicista

Oigan nobles ciudadanos,
prestadme vuestra atención,
voy a cantar un corrido
de la actual Revolución.

Reyes y don Félix Díaz
echaron muy bien su trazo
y para vengar rencores
idearon un cuartelazo.

Señores, tengan presente
que el día nueve de febrero
Mondragón y Félix Díaz
se alzaron contra Madero.

Era jefe Mondragón
del Segundo Regimiento
y salió de Tacubaya
para México a su intento.

Daba el reloj de ese día
las siete de la mañana,
cuando a México llegó
Mondragón con fuerza armada.

Dios libre a Bernardo Reyes
y después a Félix Díaz,
para avanzar a Palacio
reunieron las compañías.

Don Félix le dijo a Reyes,
con audacia y con cautela:
-—Si usted asalta el Palacio,
yo tomo la Ciudadela.

Reyes con todas sus tropas
su valor quiso mostrar,
y al acercarse a Palacio
la muerte vino a encontrar.

Allí cayó muerto Reyes
por una bala certera
y muchos muertos y heridos
se miraban por doquiera.

A las diez de la mañana
del día nueve de febrero
se dirigió hacia Palacio
el Presidente Madero.

Luego que llegó a Palacio
por el pueblo fué aplaudido,
porque de veras ese hombre
de todos se hizo querido.

Con su estandarte glorioso
que en la mano lo traía,
recorrió todas las calles,
pues temor no conocía.

Madero estando en Palacio
dijo: — ¡Qué ingrata es mi suerte!
doy mi vida por el pueblo,
yo no le temo a la muerte.

Mandó llamar a Blanquet
que en Toluca se encontraba,
sin saber el Presidente
que Blanquet lo traicionaba.

Cuando a México llegó
con sus tropas ya bien listas,
se proclamó partidario
de las fuerzas felicistas.

Huerta le dijo a Madero,
con palabra traicionera:
-—Si usted me confía las tropas
yo tomo la Ciudadela.

El Presidente le dijo:
-—Eso lo voy a ordenar,
aunque yo sé demasiado
que usted me va a traicionar.

Luego Riveroll e Izquierdo,
los dos con nefanda astucia,
al Presidente Madero
le pidieron la renuncia.

Madero les contestó:
-—No presento mi retiro,
yo no me hice Presidente,
por el pueblo fui elegido.

El Presidente les dijo:
-—¿Quién fué el que se los mandó?
Y sacando su revólver
el pecho les traspasó.

Don Aureliano Blanquet
le dijo al señor Madero,
cogiéndole por los hombros:
-—Dése usted por prisionero.

Terminaron los combates
el dieciocho de febrero,
quedando allí prisioneros
Pino Suárez y Madero.

Muchos soldados ya muertos
en Palacio y Ciudadela,
fueron sus restos quemados
en los campos de Balbuena.

La sangre corría a torrentes,
pero era sangre de hermanos,
siendo culpables de todo
ambiciosos mexicanos.

Huerta por sus partidarios
se hizo solo Presidente,
luego que subió al poder
a Madero dió la muerte.

El veintidós de febrero,
fecha de negros pesares,
mandó Huerta asesinar
a Madero y Pino Suárez.

El Presidente Madero
a Huerta le hizo favores,
¡un bien con un mal se paga!
Eso es muy cierto, señores.

Cárdenas fué el asesino
que hizo tan chula gracia
de asesinar a dos héroes
padres de la Democracia.

Aquí terminan los versos
y, si han logrado gustar
son compuestos por Lozano,
un coplero popular.